martes, 17 de mayo de 2011

Capitulo 20

~ 20 ~
- ¿Por qué has vuelto?
- Porque es lo que hacen los amigos; se perdonan.- Big Fish





Gary salió cabizbajo del gimnasio.
En esas tres últimas semanas había podido comprobar lo equivocado que estaba al pensar que Samantha podía haber rechazado a Joseph, y no sólo por aquella pequeña conversación con Joseph aquel día antes de kárate. Miradas, gestos, esos que él conocía tan bien. Puede que para los demás todo siguiera como siempre entre ellos, pero él se daba cuenta de todo.
Samantha había vuelto a ser la misma de antes y, aunque la felicidad de ella debería ser también la suya, las cosas no eran tan sencillas. ¿Cómo iba a sentirse feliz? Su mujer y sus hijos estaban lejos, la mujer de la que se había enamorado ahora estaba con su mejor amigo… y lo peor es que él lo había permitido. No luchó lo suficiente por recuperarla; debió perdonar aquel desliz que tuvo con Joseph tras la discusión que mantuvieron el día de la vuelta de vacaciones, pero no lo hizo. Si él no le hubiese pedido tiempo para pensar… Aquello no habría pasado. Dolía saber que nunca podría hacerla feliz como lo hacía su compañero.
Cuatro besos, eso es lo que le quedaba de ella. Cuatro besos y algunas imágenes sueltas.
Dejó caer la bolsa y se sacó las llaves del bolsillo. Las clases de kárate se habían convertido en una tortura; Samantha pasaba completamente de él, y tampoco es que Joseph le hiciera mucho caso. De la noche a la mañana se había convertido en un apestado. ¡Estaban juntos gracias a él..! y nadie se había acercado a darle las gracias todavía, ni lo iban a hacer.
- ¿Te ayudo o puedes tú solo? -preguntó Joseph entre risas al ver que Gary llevaba ya un buen rato con la llave en la cerradura.
- ¿Vienes a decirme otra vez algo de parte de Sam? -dijo Gary desganado.
- No...Vengo para hablar contigo. ¿Es un buen momento?
Gary se dio la vuelta.
- ¿Hace cuánto que no me hablabas?
- Perdona, tío. He estado distraído estas semanas...
- Si, ya me puedo imaginar con qué... -le espetó-. Lo debes de haber pasado muy mal, ¿verdad? -preguntó con tono irónico.
- He venido a hablar contigo de buenas...
- ¿Es buena en la cama?
-¿Qué narices te pasa? -Joseph elevó el tono.
- Este no es un lugar adecuado para hablar de ello.
Gary abrió la puerta y cuando entraron, la cerró con llave para asegurarse de que nadie podía interrumpirles.
- Te he hecho una pregunta.
- Y yo te he dicho lo que me pasa. Desde aquel puñetero día has pasado de mí, ni siquiera me diste las gracias. Y para colmo tengo que ver cómo la miras, cómo te mira...
- No te creas que ha sido fácil para mí. ¿Te crees que no lo he pasado mal? Estás muy equivocado.
-Yo, yo y yo. -se quejó Gary-. ¿Puedes pensar en los demás alguna vez?
- ¿¡Acaso lo haces tú?! Estás aquí quejándote de tus problemas, pero no preguntas si Sam está bien. Se ve que la quieres mucho...
- Está contigo, seguro que está bien. Esa sonrisa sólo la pone cuando está contigo...
- Mira, Gary... Yo no quiero estar así contigo. He venido para hablar las cosas de buenas, pero ya veo que no quieres. Me voy.
Joseph se dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta.
- Lo siento... -dijo Gary antes de que saliera. Joseph se paró y esperó a que Gary continuara-. Es que no soporto que me ignore. No sabes lo que es verla en kárate y que ni me mire a la cara. Duele mucho, y una parte de mi te echa la culpa... Siento haberme comportado así contigo pero... espero que me entiendas y me perdones.
- Estás perdonado. ¿Me perdonas tú a mi por haber pasado de ti?
Gary le tendió la mano a Joseph.
- ¿La mano? -Gary sonrió, y Joseph sintió nostalgia al ver de nuevo esa expresión en la cara de su amigo-. Ven aquí anda.
Después de un amistoso abrazo, ambos salieron de allí, felices por haber arreglado las cosas.
- ¿Te vienes a tomar algo? -dijo Joseph mientras se dirigían al aparcamiento.
- No puedo, mi mujer me ha pedido...
- Calzonazos -se burló Joseph a media voz.
Gary rió y le dio un puñetazo en el brazo a Joseph, que se unió a las risas.
- ¿Y tú no tienes que ir con tu querida Sam? -contraatacó Gary, que inmediatamente sintió un dolor en el pecho al pronunciar su nombre.
A pesar de que había quedado con ella no se lo dijo. Él mismo había experimentado el dolor de los celos, y no quería deprimir más a su amigo.
- No, no he quedado con ella, gracioso.
Siguieron andando hasta la puerta, donde se despidieron con un gesto de la mano.
- Mañana no te libras ¿eh? Te espero a la salida.
Y tras concertar la cita, Joseph se subió a su coche. Estaba contento; había conseguido arreglar las cosas con Gary, pero se había dado cuenta de que este tenía parte de razón en lo que había dicho: Gary les había ayudado aquel día, a pesar de quererla, y ellos, metidos en su burbuja, se habían olvidado de él. Aunque Samantha no tenía nada de culpa, ya que ella no sabía lo que Gaby había hecho por ellos. Tenía que hablar con ella.
Joseph condujo hasta su casa para cambiarse y limpiar un poco antes de que Samantha llegara. Ella llegó poco después.
Joseph sacó unas cuantas cosas para picar y dos cervezas para tomar mientras hablaban. Sentados en el sofá, se pusieron a conversar sobre todo un poco.
- ¿Sabes? He hablado con Gary. -comentó Joseph.
- Ah... ¿Y qué tal? -Sam no había visto a Gary en todo el día y ni tan siquiera sospechaba que hubiesen hecho las paces. Era algo que le había pillado por sorpresa.
- Bien, arreglamos las cosas.
- ¿Te dijo algo… de mí? -Samantha desvió la mirada.
- Sí...Respecto a eso tengo que contarte algo.
Samantha estaba algo nerviosa ¿Qué le habría dicho sobre ella? ¿Le habría contado lo del beso? ¿Se lo tomaría mal Joseph?
- ¿El qué?
- ¿Te pasa algo? Te has puesto nerviosa. -notó Joseph, mirándola extrañado.
- ¿Yo? No...
- ¿Es por lo que me ha contado Gary, verdad?
-Verás, Joseph...Yo le besé aquel día, es verdad, pero fue un error. -se explicó ella, mirándole a los ojos a pesar de lo mucho que le estaba costando.
- ¿Qué día?
- Espera… ¿No era eso lo que ibas a decirme? Vaya... Nada, no fue nada. ¿Qué ibas a contarme?
- Quiero saber qué es nada. -Joseph se puso tenso.
- Fue antes de vacaciones, ya no tiene importancia.
Joseph se quedó pensativo un momento.
- Nunca me has contado lo que te pasó con Gary. ¿Por qué estás así con él?
- ¿Por qué quieres saberlo?
- Porque tiene que ver contigo.
Ante su respuesta, Samantha no pudo negarse a contárselo y, de todas formas, ya no tenía importancia.
- Verás... Gary y yo éramos amigos, en fin, eso es algo que ya sabes. Él empezó a interesarse por mí, como ya habrás intuido. Pero yo no quería nada con él… ¡Era mi mejor amigo, caramba! Pero era tan amable conmigo, y estaba ahí siempre... Eso, unido a que mi marido pasaba completamente de todo... me llevó a hacerlo.
- ¿A hacer qué?
Joseph sentía un continuo pinchazo en el estómago. No le gustaría enterarse de que Gary lo había hecho con Samantha. Aunque lo suponía, no quería oírlo de su boca, pero tampoco podía quedarse con la duda.
- Le besé. Después vinieron las vacaciones y... Bueno, ya sabes lo demás. Paso de mí.
Esa respuesta le quitó a Joseph un gran peso de encima ¡Sólo había sido un beso! Estaba tan contento que no pudo evitar sonreír.
- ¿Por qué sonríes? -le preguntó ella, extrañada por la reacción de su amante.
- Nada, cosas mías.
- Yo te he contado todo. Dímelo. -insistió, curiosa.
- No puedo evitar alegrarme por tu respuesta. Yo había pensado que... habíais llegado a más.
- ¿Qué yo y Gary...? -Samantha rió-. Nunca se me pasó por la cabeza. ¿Y por qué no me lo has preguntado antes?
- No sé... Supongo que no estaba preparado para escuchar una respuesta afirmativa... No podría soportar imaginarme a Gary y a ti…
Samantha se pegó más a Joseph.
- ¡Qué tonto! ¿Te pones celoso al pensarlo? -ella parecía divertida con la situación.
- Me pongo celoso hasta por ese beso...
Samantha le mostró una preciosa sonrisa y acercó más su cara a la de Joseph.
- Eres el único al que he querido y el único que es capaz excitarme.
- Eso me gusta.
Samantha le besó con cariño. Joseph cerró los ojos y la rodeó con sus brazos.
- Por cierto... ¿Qué me tenías que contar? -dijo Samantha interrumpiendo el beso.
- Ah, sí. -recordó él-. ¿Has pensado en hablar con Gary?
- ¿Con Gary? ¿Para qué?
- Está muy deprimido porque le ignoras. Él te quiere y... lo pasa mal. ¿Por qué no le hablas?
- Precisamente porque me quiere... -la imagen del último beso que Gary le había dado inundó su mente, haciéndola estremecer por lo que había notado por parte de su compañero.
- ¿Sabes? Hay una cosa que no te conté. ¿Te acuerdas de aquel día en el baño?
- Como para no acordarme-. Samantha enrojeció y el beso de Gary desapareció de su mente.
- Fue él quién me dijo que estabas allí.
Samantha se quedó asombrada.
- No tenía ni idea... Debe de haberlo pasado mal. -admitió.
- Se llevará una grata sorpresa si vas a hablar con él. Mañana hemos quedado para tomar algo
después de clase. ¿Por qué no te pasas y lo habláis?
-Sí... pero... ¿Qué le digo? ¿Cómo le miro a la cara después de todo?
- No te agobies. Está deseando que le hables. En cuanto le pidas perdón te va a perdonar. Pero no le digas que yo te lo he dicho.
- ¿Estás seguro?
- Tan seguro como que ahora mismo te voy a volver a besar.
Joseph se acercó y juntó sus labios con los de ella.

Al día siguiente, Samantha siguió el plan de Joseph. Nada más terminar las clases cogió sus cosas y subió al departamento de música casi corriendo.
Gary guardó los libros en el departamento y se puso a revisar su carpeta. Unos golpecitos en la puerta le distrajeron de su tarea.
- Pasa, Thomson.
Joseph y él habían quedado el día anterior para tomar algo después de las clases; no podía ser otra persona.
- Siento decepcionarte, pero no soy Joseph.
Gary se dio la vuelta y se encontró con Samantha, que cerró la puerta y se apoyó en ella.
- ¿Podemos hablar? -su dulce voz penetró por sus oídos, produciéndole un escalofrío.
- He quedado con Joseph para tomar unas cañas y... -comenzó a excusarse.
- Ya he hablado con él, tranquilo.
- Te lo ha dicho. Es eso, ¿no?
- Sí, pero no vengo por lo que me ha dicho. Gary... yo no sabía que tú... no sabía lo de aquel día. Pensé que si hablaba contigo tendría que contarte todo y... No quería hacerte daño. Perdóname por haberte ignorado.
- ¿Con todo te refieres a Joseph?
- Sí... Siento que las cosas salieran así, pero estoy enamorada de él. Tenía que haberme dado cuenta antes y nunca debí de haberte besado aquel día... Nunca debí de haber jugado con tus sentimientos. Aunque tú no tenías que haber pasado de mí.
Samantha sonrió.
- ¿Me perdonas ya o me vas a dejar que siga diciendo estupideces? -preguntó Samantha sin dejar de sonreír.
- ¿Cómo no te voy a perdonar? Con lo que llevo esperando para hablar contigo... Ahora mismo esto me parece un sueño.
Samantha posó su mano en el hombro de Gary y le besó en la mejilla.
Gary maldijo a Samantha interiormente; no se percataba de que pequeñas acciones como la que acababa de cometer eran las que hacían que su mundo se pusiese patas arriba…
- Pues tendrás que acostumbrarte, porque vamos ha hablar todos los días. Todavía seguimos siendo amigos, ¿no?

2 comentarios:

  1. Hola guapa!
    me encanta tu blog, por supuesto te sigo :D
    pasate si quieres por el mio
    http://lamusicadelnoctambulo.blogspot.com/
    y por el de mi amigo, que es genial ^^
    http://esascosasquemehacenfeliz.blogspot.com/
    un besoo )LL)

    ResponderEliminar