Lo más grande que te puede suceder es que ames y seas correspondido. - Moulin Rouge
Samantha le miró, asustada. Por un momento se había quedado sin respiración y sin habla, pero ahora… ahora le diría todo lo que pensaba, no iba a callarse.
- ¿Es que me vas a decir que el que te lleves mejor que nunca con ella es una casualidad? ¿Qué esas miradas que le diriges son tan sólo de afecto? ¡Y ya no hablemos de lo que os sobáis! A eso me refiero, Joseph Thomson. - pronunció su nombre con desprecio.
- ¿Lo dices en serio? Por favor, Sam... Martha es una amiga, siempre lo ha sido y siempre lo será. Nos llevamos bien, eso es todo.
- Pues conmigo te comportabas de manera muy parecida… No te esfuerces, Joseph. Me da igual lo que te traigas con ella, aunque sea obvio. Por lo que veo ha sido muy fácil olvidarme. Felicidades, eres todo un machote.
- Esto es de locos... ¡Sólo hablo con ella, por el amor de Dios! ¿Qué hay de malo en eso? Y no, no te he olvidado. Por desgracia o por suerte no es tan fácil.
Samantha bajó la mirada ante aquella confesión.
- ¿Sorprendida? Pues más sorprendido estoy yo ahora. Primero me pegas y me echas de tu vida, y ahora me montas este numerito. ¿Por qué?
Sam se paró a pensar un momento, y tras hacerlo, volvió a mirarle a los ojos.
- ¿Te piensas que porque me vengas ahora con eso de que no me has olvidado te voy a responder?
- Sam… No intentes evadir mi pregunta con otra pregunta. ¿Qué se supone que he hecho mal? Y no me digas que estar con Martha, porque no es así, y tú lo sabes. Me he alejado de ti… ¿Acaso no es lo que quieres?
- Tú… No… ¡¡¡No tienes ni idea de lo que yo quiero!!!
Joseph dio un puñetazo a la pared y contraatacó, también gritando.
- ¡¡Sé perfectamente lo que quieres!!... Porque quieres lo mismo que yo.
- Yo no quiero un triángulo amoroso... - dijo Samantha, volviendo la cara.
- ¿Un triángulo? ¡Por el amor de Dios, yo tampoco quiero un triángulo amoroso!
- ¿Ah, no? Pues lo disimulas muy bien.
- Mírame, - Joseph le sujetó la cara entre sus manos, obligándola a mirarle a los ojos - no sé por qué te cuesta tanto creerlo, pero tú eres la única con la que quiero estar. Y no pienses que para mí ha sido fácil mantenerme separado de ti este mes y medio, porque lo he pasado muy mal... Por eso he estado tanto con Martha, es una buena amiga.
Los dos se quedaron en silencio, Joseph apartó los ojos de Sam; acababa de confesarle todo y se sentía algo avergonzado. Esta vez, fue ella quien le obligó a mirar.
- ¿Es verdad eso que has dicho? - preguntó con una sonrisa tímida en los labios.
- Pues claro que es verdad. ¿Por qué te iba a mentir?
Samantha se acercó a él hasta que sus labios se rozaron. Joseph colocó sus manos en la cintura de ella, la miró fijamente a los ojos, y la besó lentamente, con infinita dulzura. Las manos de él empezaron a acariciar la espalda de ella, que se pegó más a él y empezó a acariciarle el cuello como respuesta. De pronto, Joseph tiró de Sam, mientras volvía a besarla, pero esta vez apasionadamente, hasta llevarla a una de las duchas del baño. Allí le quitó la camiseta azul mientras besaba cada centímetro de su piel.
- Cierra los ojos, sólo siénteme. - le susurró Joseph.
Sam no respondió, pero cada célula de su cuerpo se rindió ante él. Joseph deslizó sus manos por la cintura de Sam, deteniéndose en el botón de su pantalón para desabrocharlo mientras la besaba. Ella también comenzó a desabrocharle los botones de la camisa y a explorar el cuerpo de Joseph con los dedos. Mientras, él acariciaba sus piernas. Joseph fue a desabrocharse el botón del pantalón, pero Sam le detuvo.
- Déjame, ya lo hago yo.
Samantha le desabrochó el pantalón y le bajó los pantalones lentamente. Joseph emitió un suspiro de placer. Esta vez fue Samantha la que empezó a explorar acariciándole lentamente y besándole. Cuando sus bocas se volvieron a fundir, Joseph se colocó detrás de Sam e intentó quitarle el sujetador con los dientes; éste cedió al tercer intento. Joseph la abrazó por detrás besándole el cuello.
- Recuerda... - jadeó Sam con la voz entrecortada - ...que después tengo que volver a casa, no dejes marca.
Joseph siguió besando su cuello pero con menos fuerza, mientras recorría el vientre de Samantha con las manos y esta se aferraba a sus nalgas. Ella miró hacia atrás buscando la boca de él. Finalmente se deshicieron del resto de la ropa interior, y abrieron la ducha. Ni siquiera notaron lo fría que estaba el agua cuando accionaron el grifo. Siguieron besándose bajo el agua que caía de la ducha, como si de lluvia se tratase, hasta que él la cogió en brazos y la puso contra la pared. Se miraron otra vez; cada vez que lo hacían el tiempo parecía detenerse. Se dieron otro corto beso.
- Sam, - dijo, alzando la voz por encima del ruido que causaba el agua al caer - prométeme que no te arrepentirás de lo que ocurra ahora.
- No, no lo haré... porque lo que pase ahora es lo que tiene que pasar, y si pasa... es porque ambos hemos querido.
Volvieron a besarse. Sus respiraciones comenzaron a agitarse. Samantha gimió, y él la calló besándola suavemente. Aquella tarde sus cuerpos se fundieron.
Joseph sacó de su bolsa de deporte una toalla grande y se envolvió en ella junto a Samantha, que estaba abrazándole. Sus corazones aún latían a mil por hora: estaban muy excitados por lo que acababa de ocurrir. Samantha retiró su cabeza del hombro de él y se quedó mirándole durante un rato. Joseph se percató de aquello y él también la miró.
- Creí que nunca más volvería a sentir esto... No sabes lo feliz que me siento sabiendo que no te he perdido. - Joseph le dedicó una sonrisa sin apartar la vista de ella.
- Y yo me alegro de haberme equivocado con lo de Martha... Perdón, Joseph. Perdón por creer que eras un capullo y que me habías olvidado, y perdón por haberte tratado así...
- Shhh… No te disculpes. Lo de Martha también fue culpa mía, puede que yo hiciera cosas que se podrían malinterpretar... Además, eso ahora no importa.
Joseph paso sus dedos por los labios de Sam y, seguidamente, los besó. Cuando Sam abrió los ojos, Joseph aún los tenía cerrados.
- ¿Qué pasa?
- No me puedo creer que estés aquí, conmigo... ¿Seguro que esto no es un sueño? Es demasiado perfecto.
- No, no es un sueño. Es real.
- ¿Y cómo puedo asegurarme? - preguntó, mirándola y sonriendo pícaramente.
Sam sujetó la cara de Joseph entre sus manos y le besó lentamente, saboreando sus labios.
- ¿Esto te sirve como prueba?
- Mmm... parece real, pero... no estoy seguro del todo.
Le volvió a besar, pero esta vez se fundieron en un beso más apasionado. Joseph se separó de Sam para mirar la hora en su móvil.
- Es bastante tarde, deberíamos irnos.
Samantha asintió. Acto seguido se puso en pie y empezó a secarse el pelo con la toalla en la que estaba envuelta. Joseph se sentó en el banco y se quedó contemplándola. Sam se dio cuenta de aquello y volvió la vista hacia él, algo extrañada.
- Dios… Cómo no voy a desearte… eres perfecta.
Samantha se ruborizó.
- ¡Anda, anda! No digas tonterías… - dijo ella, apartando los ojos de él.
Joseph se levantó y la abrazó por detrás.
- Para mí eres perfecta siendo imperfecta, Samantha. - le susurró al oído.
Un escalofrío recorrió su cuerpo. Sam giró la cabeza, buscando la boca de Josh. Volvieron a besarse. Al separarse ambos sonrieron. En aquel momento nadie podía romper su felicidad.
Me he leido los 15 de golpe ¿Este no sera el final, verdad? por que me gustaría que hubiesen más capitulos ^^
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