sábado, 13 de noviembre de 2010

Capítulo 14

~ 14 ~
Cada minuto de nuestras vidas, es una oportunidad para cambiarlo todo... - Vanilla Sky




Y de nuevo, ellos. Ella riéndole las gracias a él como si le fuese la vida en ello, y él pegado a ella, sonriéndole mientras se lleva su bolsa de deportes a la espalda.
Samantha había decidido quedarse oculta tras su coche, observando como Martha y Joseph charlaban. Lamentablemente, no pudo oír nada de su "animada" conversación. Por fin, abandonó su escondrijo, y también sacó su bolsa de deportes del maletero. Salió del aparcamiento y se apresuró en ir a cambiarse al baño. Al terminar, se refrescó un poco la cara y se miró al espejo. Incluso alguien poco observador se daría cuenta de que a ella le pasaba algo. Estaba triste, y no era de extrañar… últimamente todo le iba mal. No sólo se trataba de problemas familiares (Edmond seguía haciendo de las suyas; lo que podía resumirse en pasar de Sam por completo) sino también del trabajo… ¿Quién iba a decir que iba a meterse en un triángulo amoroso?
“Bueno, aunque ya casi parecen dos”- pensó ella mientras la imagen de Martha y Joseph se le venía a la mente. Sacudió la cabeza, intentando apartar aquellos pensamientos.
Había tardado mucho en darse cuenta de lo que verdaderamente sentía, y, tal vez, ya fuese demasiado tarde para cambiar las cosas. Samantha no paraba de preguntarse qué tendría Martha de especial, y por qué todo lo que intentaba hacer por el bien de los demás le salía al revés, y solo complicaba más las cosas.
Miró al frente, y se topó con su propio reflejo.
Bajó la mirada y se quedó seria: aquellos malos recuerdos que la habían estado atormentado hace un par de semanas volvían a instalarse en su mente.
“Supongo… que todo fue por mi culpa”.

Marta se despidió de Joseph y se fue directa al gimnasio. Llegaba algo tarde, como siempre.
Rápidamente se incorporó a la clase de Gary, y saludó a éste con la mano. Al momento llegó Samantha, a la que llamó para que se pusiese con ella.

La clase estaba a punto de terminar. La pregunta de Sam volvió a la cabeza de Martha. ¿Por qué le había preguntado aquello? ¿Tendría algo que ver con que Sam estuviese tan rara? ¿De verdad parecía que ella y Joseph tenían algo? ¿Y si Joseph sentía algo por ella? Martha se quedó abstraída en sus pensamientos, lo que hizo que Samantha la tirara al suelo accidentalmente, propinándola a su vez una patada en el estómago. Martha cayó golpeándose fuertemente la cabeza. Gary corrió hacia ella y la ayudó a levantarse. Sam también se acercó.
- ¿Estás bien? - le preguntó Gary, preocupado.
- Sí, sí… Perdona, es que estaba distraída.
- Perdóname, Martha. Ha sido culpa mía.- se disculpó Samantha, algo avergonzada.
- No, ha sido culpa mía. Tranquila.
Sam se sentía culpable, pero no por haberla tirado al suelo. Se sentía culpable porque una parte de ella había disfrutado con la caída de su compañera. ¿En qué clase de persona se estaba convirtiendo? No podía seguir así, los celos la estaban matando. Pero no sentía celos porque quisiera a Joseph... la verdad es que no sabía por qué era, pero que estaba celosa era innegable.
- ¿Estás segura de que estás bien? Será mejor que te sientes. - Gary la condujo hasta un banco.
- Estoy bien, de verdad. - Martha intentó restarle importancia a la caída.
- De acuerdo, ¡se acabó la clase, chicos! - gritó, haciéndose oír por todo el gimnasio.
Los alumnos salieron corriendo de allí, llevándose sus cosas consigo. Samantha se quedó de pie, sin saber qué hacer, mientras Gary se agachaba junto a Martha.
- Me voy a dar una vuelta… - anunció Sam. Y dicho esto, salió del gimnasio.
Ambos se quedaron mirando la puerta por la que acababa de salir su compañera.
- ¿Sabes tú que le pasa, Gary? Está muy rara...
- Será mejor que vaya a ver qué ocurre. Quédate ahí un rato sentada, te has dado un golpe muy fuerte.

Sam salió por la puerta con paso ligero. Necesitaba un poco de aire, necesitaba alejarse de allí y perder de vista a Martha. Se dirigió a la puerta de hierro que conducía al pasillo del aula de imagen y el aula de informática, pero luego se lo pensó mejor, dobló la esquina del edificio y se quedó allí. Se apoyó en la pared y acabó en el suelo, llorando. Aquello iba acabar con ella. Demasiada presión; no sabía qué hacer. Pensó en Marta y en lo amigas que habían sido, y ahora… ahora tan sólo la odiaba.
De pronto, sintió una presencia cerca. Trató de calmarse, pero aún así no podría disimular lo evidente. Sintió que se acercaba a ella. ¿Sería Joseph? Samantha miró a su izquierda rápidamente.
- Gary… - dijo, intentando no parecer decepcionada.
- No hace falta que digas nada.
Gary se agachó y la abrazó sin decir nada más. Sam lo agradeció. Aunque no sintiera nada por él agradecía que su amistad todavía siguiese en pie; Gary aún se preocupaba por ella. Este leyó la tristeza en sus ojos azules y se le rompió el corazón. Volvieron a abrazarse y la estrechó entre sus brazos. Se separó de ella y la miró de nuevo a los ojos, aún llenos de lágrimas. Samantha supo en aquel momento en qué pensaba Gary.
“No quiero que lo hagas”- pensó ella, desesperada.
Pero Gary hizo justo lo que ella estaba pensando: la besó. Pero no fue un beso muy dulce, porque ella se apartó de él en cuanto pudo.
- No puedo, Gary.
Él se miró los pies, avergonzado.
- ¿Le quieres a él, verdad?
- Gary... Lo nuestro ya acabó, no me lo pongas más difícil.
- Sam... Yo todavía te quiero... A pesar de todo, mis sentimientos no han cambiado.
"No me puede estar pasando esto a mi" - pensó Sam. Hace unas semanas había tenido que rechazar a Joseph, y ahora venía Gary con estas.
- Pero yo no.
- ¿Pero a Joseph si, verdad? A él no le paraste cuando fue a consolarte aquel día que te peleaste conmigo. - le espetó Gary.
- Vete a la mierda.
- Sam… Perdona, me he pasado. - se disculpó él.

- ¡Gary! Te he traído… - Joseph se quedó sorprendido al ver que no era Gary el que estaba allí, sino Martha - Vaya, hola.
- Hola.
- ¿Dónde está Gary? Venía a devolverle su mp4.
- Ha salido con Sam, no se encontraba bien.
- ¿Sam? ¿Qué le ha pasado? - Joseph intentó no mostrarse demasiado preocupado.
- No lo sé, ha salido sin decir nada.
Al parecer Sam había vuelto con Gary. ¿Por qué iba a ir detrás de ella si no? Un pinchazo le atravesó el pecho. ¿Qué tenía Gary que no tenía él? Él la quería, y seguramente, mucho más.

- Déjame en paz, eres un gilipollas. - Samantha se sentía furiosa.
- Perdóname. Te prometo que nunca más volveré a molestarte.
Un grito llamó la atención de los dos; procedía del gimnasio.
- ¿Martha se ha quedado dentro? - preguntó Sam, algo alarmada.
- Sí.
Sam y Gary se fueron corriendo hacia el gimnasio. Martha estaba tendida en el suelo sin camiseta.
- ¿Qué ha pasado, Joseph?- preguntó Gary alterado al ver la escena.
- ¡No respira, Gary! Estábamos hablando y se ha desplomado. ¡Llama a una ambulancia!
- ¡Joder!
Gary se fue corriendo a buscar su teléfono. Mientras, Joseph comenzó a hacerle el boca a boca a Martha. Sam no podía moverse, estaba allí parada, mirando cómo Joseph unía sus labios con los de Martha. A pesar de la situación en la que se encontraba, hubiera deseado estar en su lugar, que Joseph le quitara la camiseta y le hiciese el boca a boca. ¿A quién pretendía engañar? Se moría por besar a Joseph, en la situación que fuera. Y tampoco podía negar que... No era simplemente gustar, era algo más. Había intentado evitarlo, pero se había enamorado de Joseph.

Las lágrimas iban a surgir de un momento a otro, lo mejor era marcharse de allí cuanto antes. Y así lo hizo, Sam aprovechó la distracción de Joseph para irse al baño. Una vez dentro, cerró la puerta. Gary la había visto entrar, pero sabía que era mejor dejarla sola y, además, ahora debían ocuparse de Martha.
- ¡Venga, tienes que respirar!
Joseph intentaba una y otra vez reanimarla.
- Ya viene la ambulancia, Thomson. - informó Gary sin dejar de mirar a Martha.
De repente, ésta abrió los ojos.
- ¡Martha! ¿Me escuchas?
- Sí… ¿Qué ha pasado? - preguntó, algo desorientada.
- Gracias a Dios... - Gary suspiró y se tranquilizó.
- No te muevas, te has desmayado. Menudo susto nos has dado... - Joseph abrazó a Martha con suavidad.

Samantha no podía moverse del baño. Era una estúpida, una completa estúpida. estaba allí encerrada mientras su compañera estaba tendida en el suelo sin respiración, y todo por celos... Estúpida y egoísta, así era ella.

La ambulancia llegó minutos después.
- ¿La acompaño yo? - preguntó Joseph, mirando la camilla donde unos enfermeros se llevaban a Martha.
- Está bien.
- Ya te llamaré cuando salgamos.
Gary cerró la puerta del gimnasio, y al volverse miró la puerta del baño: Samantha aún no había salido. Cuando se alejó de allí pudo ver como su amigo caminaba hacia el aparcamiento, y entonces tuvo una idea.
“Por ella” - pensó.
Corrió hacia él, le pidió que esperase y le puso un manojo de llaves en la mano.
- Alguien necesita tu ayuda. Te está esperando en uno de los baños del gimnasio.
- ¿Qué…? - le respondió, extrañado.
- Ve. - Gary no se lo estaba pidiendo, se lo estaba ordenando. - Yo acompañaré a Martha.
Joseph se dio cuenta de que debía tratarse de algo importante.
- Está bien. Llámame en cuanto puedas.
Joseph miró a las dos puertas que había afuera, las de los baños. Empujó la del baño de los chicos, pero estaba cerrada, así que debía tratarse de una chica. Llamó primero, pero no obtuvo respuesta.

Samantha paró de llorar. Había creído escuchar algo. De pronto, la puerta se abrió y entró Joseph. Se miraron y nadie habló. Ambos parecían sorprendidos.
Joseph se acercó a ella, que estaba sentada en un banco, y la miró desconsolado. Se agachó, poniéndose frente a ella, y la miró a la cara, surcada de lágrimas.
- ¿Qué tal está Martha? - consiguió decir, enjugándose las lágrimas.
- Ya respira, se la ha llevado la ambulancia. Pero no te preocupes, se recuperará.
Joseph le dedicó una sonrisa llena de dulzura. Sam no parecía sentirse mejor.
- Sam... ¿Qué te ocurre?
Samantha ni siquiera se atrevía a mirarle a los ojos.
- ...Ha sido mi culpa.
- No me refiero a hoy. ¿Qué te pasa, Sam? Estás muy rara últimamente...
- No estoy rara...
- Por favor… Sé que te pasa algo... Las preguntas que le hiciste a Martha...
Ella siguió sin mirarle.
- No me pasa nada. - eso fue lo único que ella pudo contestarle.
Joseph, desesperado, tomó el rostro de Samantha entre sus manos para que le mirase a la cara.
- ¿Puedes responder a mi pregunta? - le pidió, cariñosamente.
Samantha siguió llorando, aunque parecía más calmada.
- Yo… Tú… tú no deberías estar aquí…
- ¿Ah, no? ¿Y dónde se supone que tendría que estar? - le sonrió, divertido.
- Con Martha.- soltó ella, poniéndose seria.
- Tú me necesitas más que ella ahora. Además, Gary está con ella.
- ¿Gary? Me sorprende que hayas mandado a otro.
- ¿Por qué dices eso?
- No sé... Pasas mucho tiempo con ella.
Joseph la miró, pero ella ya no lo hacía. Como aún tenía el rostro de Samantha entre sus manos le limpió las lágrimas con los dedos y la observó durante un rato.
- No llores. No me gusta verte triste… Y ¿desde cuándo te importa que me vaya con Martha? ¿Desde cuándo, dime? - insistió.
- Desde que me di cuenta de algo.
- ¿De qué te diste cuenta? Quiero saberlo… Porque aún no sé qué…
Samantha le miró a los ojos:
- Da igual. Ya es demasiado tarde.
Samantha se levantó de golpe y fue a recoger su bolsa.
- ¿¡Por qué es demasiado tarde?! - le gritó él de pronto, poniéndose en pie.
Sam se volvió hacia Joseph.
- Porque tú ya has elegido.
- ¿¡Elegido?! ¿¡Qué se supone que he elegido?!
- La has elegido a ella.
- ¿¡Y eso quién lo dice?! - volvió a gritar, furioso. - ¿Tú? ¿Se puede saber de dónde te lo sacas?
- Ay, mira… no me hagas hablar, ¿eh? - respondió ella, alzando la voz.
- ¿¡Qué no te haga hablar?! Samantha Harford, exijo una explicación.
- ¿Me exiges? ¡Ja! No me hagas reír. - dijo ella con sarcasmo.
Entonces Joseph se acercó a ella rápidamente y la empotró contra la pared, poniendo las manos una a cada lado de Samantha, para impedir que huyese.

3 comentarios:

  1. Mucho me temo que vas a tener que esperar... Me toca escribir a mí el siguiente capi, y estoy totalmente bloqueada. No llevo ni siquiera una página entera, así que ... u_u
    Intentaré darme más prisa :)

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  2. Lo siento, no me lo he leído, pero he encontrado el blog y prometo leerlo cuando`pueda, tiene buena pinta...
    besos!!

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