lunes, 10 de mayo de 2010

Capítulo 9

~ 9 ~
Ningún sueño es sólo un sueño. - Eyes wide shut




Samantha caminaba por los pasillos del instituto. Todo estaba solitario y silencioso, ya que los profesores y alumnos estaban dando clase. Sin embargo, ella estaba allí, caminando por el pasillo sin rumbo fijo, pero con la sensación de que sabía a dónde iba, sin esperar a nadie, pero a la vez esperando a que alguien apareciera. Abrió una puerta y se adentró en la habitación. Estaba oscuro; buscó la luz pero no la encontró, era como si el interruptor hubiese desaparecido. El sonido de la puerta al cerrarse tras ella le sobresaltó. ¿Qué estaba pasando? Un misterioso extraño la rodeó con sus brazos.
-¿Me esperabas?
Samantha reconocía perfectamente aquella voz: la voz de Joseph. Antes de que pudiera decirle nada, las manos de éste acariciaban su vientre lentamente.
-¡Joseph! ¿Qué haces? -le preguntó, escandalizada.
¿Qué se le estaba pasando por la cabeza para hacer aquello? Quería pararle, pero estaba como anclada al suelo, tan sólo podía hablar.
-Me prometiste que olvidarías lo de aquel día. Por favor, para. -suplicó.
-¿Eso es lo que quieres de verdad, que pare? Yo creo que no.
Tan sólo tenía que decir que sí para que parara, pero no podía. Las palabras se quedaron atascadas en su garganta sin poder salir, formando una bola que, junto con todo lo que provocaba Joseph con sus caricias, no la dejaba respirar.
-No te engañes Samantha; tú quieres esto más que yo.
-Yo… no... Para, Joseph, para.
Pero no paró. Las manos ascendieron por sus caderas levantando la camiseta a su paso, y cuando se quiso dar cuenta, ya no la tenía puesta ¿Acababa de ayudarle a desnudarla? Sí, eso había hecho. Una vez más, intentó moverse para librarse de él, y una vez más fue inútil. Era como si su cuerpo estuviera siendo controlado por control remoto y Joseph tuviera el mando que sólo respondía a sus deseos. Joseph se pegó más a ella, acariciando sus hombros con la yema de los dedos y dando pequeños besos a su paso. Bastó eso para derrotar su resistencia mental; su razón se unió a su cuerpo y se dejó hacer. Las manos de Joseph subían y bajaban por sus curvas, recorrían su espalda, acariciaban su cara...
-Cierra los ojos. -le pidió él.
Ella lo hizo. Joseph comenzó a morder y chupar su cuello. Samantha suspiró sonoramente, sabía que estaba dejando marca, pero en ese momento no le importaba. Los labios de Joseph bajaron por su espalda provocándole miles de escalofríos.
-¿Joseph y... y si entra alguien?
Joseph se puso enfrente de ella, sujetó su cara entre las manos y la besó dulcemente. Samantha cerró los ojos; sentir los labios húmedos de Joseph junto a los suyos casi le hacía perder el conocimiento. Él la sujetó por los brazos para evitar su caída y la apoyó contra la pared sujetando sus brazos a ambos lados de su cabeza.
-¿Qué decías? -preguntó Joseph.
-¿Eh? ... No... No lo recuerdo.
Joseph sonrió de una manera arrebatadora y siguió con su tarea. Besó una vez más sus labios y pasó a su pecho. Los dedos de Joseph desabrocharon el pantalón de Sam.
-Quiero hacerte el amor aquí mismo, contra esta pared. -le susurró Joseph al oído.
-Joseph… -dijo, en un suspiro.
Samantha se despertó.
¡Acababa de susurrar el nombre de Joseph en alto! Miró a su marido, alarmada, asegurándose de que no había escuchado lo último que había dicho. Por suerte, Edmond aún dormía profundamente.
El corazón le latía a mil por hora, tenía la respiración agitada. ¿Qué hacía Joseph en sus sueños? Y encima en uno de ese tipo... La verdad es que había sido muy realista; había sentido los labios de Joseph junto a los suyos, había sentido cada caricia con total precisión... ¿Por qué tenía que soñar eso? Ya bastante difícil le resultaba reprimir aquellos pensamientos que aparecían cuando él pasaba por su lado. ¿Habría ocurrido algo esa noche? ¿Tal vez algo que era incapaz de recordar…?


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