domingo, 28 de febrero de 2010

Prólogo

Prólogo




Y de nuevo, ellos. Ella riéndole las gracias a él como si le fuese la vida en ello, y él pegado a ella, sonriéndola mientras se llevaba su bolsa de deportes a la espalda.
Samantha había decidido quedarse oculta tras su coche, observando como Martha y Joseph charlaban. Lamentablemente, no pudo oír nada de su "animada" conversación. Por fin, abandonó su escondrijo, y también sacó su bolsa de deportes del maletero. Salió del aparcamiento y se apresuró en ir a cambiarse al baño. Al terminar, se refrescó un poco la cara y se miró al espejo; incluso alguien poco observador se daría cuenta de que a ella le pasaba algo. Estaba triste, y no era de extrañar… últimamente todo le iba mal. No sólo se trataba de problemas familiares, sino también del trabajo… ¿Quién iba a decir que iba a meterse en un triángulo amoroso?
“Bueno, aunque ya casi parecen dos”- pensó ella, mientras la imagen de Martha y Joseph se le venía a la mente. Sacudió la cabeza, intentando apartar aquellos pensamientos.
Había tardado mucho en darse cuenta de lo que verdaderamente sentía, y, tal vez, ya fuese demasiado tarde para cambiar las cosas. Samantha no paraba de preguntarse por qué todo lo que intentaba hacer por el bien de los demás le salía al revés, y sólo complicaba más las cosas.
Miró al frente, y se topó con su propio reflejo. Samantha llevaba una camiseta de manga corta de color azul cyan, que resaltaba sus bonitos ojos azules. Tenía el pelo corto, a la altura de la barbilla, castaño claro y con las puntas peinadas hacia adentro. Además, era bastante alta y gracias a las clases de kárate, se le estaba quedando muy buena figura.
Bajó la mirada, y mantuvo el semblante serio: aquellos malos recuerdos que la habían estado atormentado hace un par de semanas volvían a instalarse en su mente.
“Supongo… que todo fue por mi culpa”.

1 comentario:

  1. Parece interesante, tendré que continuar leyendo para comprobar, sí en realidad ella tiene la culpa.

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